domingo, 17 de octubre de 2010

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué?




La crisis continúa, a pesar de las buenas intenciones, es un decir, de los gobiernos que nos gobiernan en los distintos niveles de competencias y de incompetencias, la crisis sigue ahí.



De nada valen los “brotes” si no se afianzan en el terreno y crecen, y no se piense, hablando de terreno y crecer, que añoro los tiempos de la especulación urbanística desaforada, que es responsable, en buena medida, de la famosa crisis.



Bueno, he de matizar, la especulación urbanística y el circo financiero montado a su alrededor ya era la crisis, lo que pasa es que sólo unos pocos privilegiados, grandes líderes de las finanzas, supieron ver donde podía llegar y como la primera lección en las instituciones financieras es: “de como nadar y guardar la ropa, por el Marqués de Carabás”(1) y se la tenían bien aprendida, solamente algunas de las mas cutres y arriesgadas instituciones financieras han pagado, o no, el pato de la crisis.



Entonces, como la crisis provoca desempleo y pobreza, deja las finanzas del Estado hechas un asco y las previsiones de la SS (Seguridad Social) respecto al número de cotizantes necesario para mantener las pensiones en el futuro se desmoronan, el gobierno, los gobiernos, toman medidas, cogen las tijeras y cual sastrecillos valientes, se dedican a cortar por aquí y por allí, y sobre todo a cortar por donde los dejen, teóricamente para salvar lo máximo posible.



Y ¿por donde los dejan? pues por las pensiones, por las prestaciones y los servicios sociales, por las rentas bajas, etcétera.



Si, porque por ahí los dejan cortar a gusto. Saben que no van a tener excesivos problemas. Vale, una huelga general convocada por los sindicatos mayoritarios, pero eso pasa y es sólo un día, ellos se mantienen firmes y a los otros no se les ocurrirá mas que convocar de nuevo, ahora por sectores, otras huelguitas y protestitas, pero nada grave, nada que amenace la estabilidad del sistema, esto último se debe leer con voz tenebrosa.



Y no se les ocurrirá simplemente por dos razones, la primera porque no pueden y la segunda porque no quieren.



No pueden porque no han sabido, ni querido, aprovechar el tirón social de la transición política para crear, en una tierra casi virgen de sindicalismo después de cuarenta años de represión, unas estructuras reales de representación sindical. Todo se va en obtener en unas elecciones sindicales, de la forma que sea, incluso sin llegar a celebrar el acto de la votación, los delegados necesarios para tener la condición de representativa, olvidándose después de aquellos trabajadores. Tal es así, que algunos delegados sindicales ni siquiera saben a que organización pertenecen. Los trabajadores desconocen quién negocia en su nombre los convenios colectivos, no se fomenta la participación, no hay asambleas sino cuando no les queda mas remedio que convocarlas, por la presión de los trabajadores o de otros sindicatos.



No pueden porque no han creado las estructuras necesarias para realizar la acción sindical, ni desde el punto de vista de la formación, los fondos para formación han servido en buena medida para financiar la estructura burocrática de las centrales sindicales, como hemos visto por la reciente sentencia de Fundescan(2) y era de dominio público, ni desde el punto de vista de la organización: no hay capacidad de respuesta ante las acciones de la patronal y, en este caso, del gobierno, pues la estructura interna está montada mas para sustentarse a sí misma que para la realización de la acción sindical, quedando, de forma residual y como justificación, una especie de asesoría jurídica-gestoría-academia privada, como servicio a los trabajadores.



No pueden porque no se nutren de las cuotas de afiliación, porque no hay cajas de resistencia y mucho menos una estructura financiera capaz de servir de alternativa real al sistema financiero: cooperativas de crédito, de vivienda, agrícolas, economatos, etcétera y si eso es un objetivo demasiado ambicioso, ya me dirán para qué coño cantan lo de “cambiemos el mundo de bases hundiendo el imperio burgués” todos los años el primero de mayo.



Y no quieren porque los sindicatos en España (salvo alguna honrosa, tradicional y minoritaria excepción) se han convertido en un apéndice del gobierno de turno. Porque sus dirigentes forman parte de una clase burocrática con estabilidad funcionarial que depende de los fondos que el Estado les asigna.



No quieren porque una protesta bien organizada, con una sucesión de huelgas semanales por sectores, con agitación diaria en los centros de trabajo, con un llamamiento al boicot de las instituciones financieras mas agresivas (las listillas de la crisis), culminando en una huelga general indefinida, no les interesa, tienen mucho que perder.



Si el gobierno y la banca se cabrean pueden perder las asignaciones directas que perciben y las subvenciones para la realización de cursos para trabajadores, que se realizan a veces mediante instituciones interpuestas, a veces directamente y que, como antes dije, sirven también para financiar a las centrales sindicales. Imaginen que desastre, tener que despedir a todos esos empleados administrativos que dependen del sindicato mediante un expediente de regulación de empleo o mediante despidos objetivos basados en causas económicas, precisamente contra lo que ellos dicen que luchan(3). En definitiva, no quieren porque la situación actual les interesa.



Se que alguien dirá que no tomo partido, o que no aporto soluciones, que veo los toros desde la barrera. Pues para mí la cosa es difícil. En la situación que estamos viviendo, en parte creada por la desmovilización sindical potenciada por las grandes centrales sindicales en las últimas tres décadas, resulta muy complicado crear o relanzar opciones sindicales alternativas. El consumismo, y el alto nivel de vida aparente que gozamos, se ha instalado en la sociedad. Como muestra un botón: La manifestación mas organizada, numerosa y compacta que he visto personalmente en los últimos tiempos no tenía nada que ver con la situación de crisis económica y la pérdida de los derechos laborales, en pleno apogeo de la crisis, los caravaneros se manifestaban(4) en defensa de sus reivindicaciones. No es que los campistas o caravaneros pertenezcan a la élite económica, esa normalmente va a hoteles de cinco estrellas y no precisamente en centros turísticos de masas, sino que, lo que verdaderamente le fastidia a la ciudadanía en general y a estos señores campistas en particular, es que les reduzcan o limiten sus espacios y tiempos de ocio y vacaciones. Sinceramente creo que si al gobierno se le ocurre plantear una reducción de las vacaciones o una ampliación de la jornada, pero real, para mañana y aquí, no en Hungría o Rumanía, como puede suceder de acuerdo con las normas de la UE, se le caería el pelo, la gente saldría de forma masiva a la calle e incluso podríamos comprobar la capacidad de auto-organización de las masas.



Por eso para mí, la solución debe venir desde dentro de las propias organizaciones sindicales, o no vendrá. Si fueran capaces de renunciar a las subvenciones e independizarse del gobierno, de democratizar realmente sus organizaciones, debatiendo libremente todos los asuntos en la asamblea de trabajadores, de tener presencia en los tajos, en las oficinas, en las embarcaciones..., de formar e informar a los trabajadores y de generar los recursos necesarios para resistir cuando haya que realizar acciones de huelga, entonces puede que les tomen en serio, mientras no y por eso la respuesta a la pregunta ¿ahora qué? no puede ser mas que: Pues ahora ná.



Octubre 2010


(1) El Gato con Botín... eem, digo, con Botas, ¿en qué estaría pensando yo?

(2) http://www.eldia.es/2010-09-29/canarias/2-UGT-pago-nominas-subvenciones-Gobierno-cursos-Fundescan.htm
http://www.europapress.es/islas-canarias/noticia-ugt-debera-indemnizar-trabajadores-fundescan-20101014204849.html

(3) Aunque llegado el caso no se cortan un pelo, ejemplo Fundescan.

(3) http://www.laprovincia.es/gran-canaria/2010/02/19/caravanistas-demandan-zonas-acampada/286280.html